¿Usamos demasiado la palabra NO con nuestros hijos? ¿La usamos poco? Los papás nos vemos muchas veces en esta tesitura. Desde nuestra experiencia apostamos por darle al NO la gran importancia que tiene.
En ocasiones el NO educa, pero en otras carece de valor, incluso no permite que el niño desarrolle la autonomía necesaria para su edad. Por ello, debemos dejarlo para asuntos realmente importantes, como cruzar la calle con el semáforo en rojo o asomarse por la ventana.
De igual forma que decir siempre SÍ puede provocar malas conductas o que el niño no aprenda a frustarse, también es necesario evitar transmitir un mensaje negativo continuo a nuestros hijos, con el objetivo de que la palabra No no pierda valor.
¡Hagamos que los mensajes sean positivos!
No seas bruto: Cuida tus juguetes para poder jugar con ellos de nuevo.
No puedo jugar contigo: ¿Me ayudas a poner la mesa para que podamos jugar después?
No grites: Habla más bajito.
De este modo, los niños comprenderán mejor cuál es el sentido de las normas, serán más responsables en cuanto a sus actos y las consecuencias, tendrán mayor autoestima, habrá un ambiente óptimo en casa y descubrirán cuales son sus capacidades evitando rabietas, gritos y enfados.
¡Os animamos a poner en práctica esta recomendación!